¿Un mal día?
Un día cualquiera de la semana, hoy, por ejemplo. Se te vienen encima la semana completa, una agenda que está a punto de estallar y tu cabeza, también.
¿Me equivoco?
Algunas citas, reuniones, trabajo son ineludibles; otras es cuestión de poner límites y decir NO.
Pero lo esencial es aprender a cambiar tu forma de vivir la situación, la manera en la que te lo tomas.
El caso es que al no poder ir por ahí cortando cabezas, lo mejor es poner en práctica una herramienta de choque al alcance de tu mano, gratuita y fácil de usar:
La sonrisa, un remediopara transformar un mal día.
Los niños son auténticos maestros en ella. Se ríen una media de 350 veces al día frente a los adultos que solo lo hacemos 20 y eso si lo hacemos. ¡Brutal!, ¿no te parece?
Sonrisa radiante, beneficios constantes: descubre cómo transforma tu día
No me digas que la vida se va poniendo seria, la de los pequeñajos tampoco es fácil. Están creciendo, retándose, aprendiendo, cayéndose, … a diario.
Lo más curioso es que la tenemos ahí. Es sencilla, fácil de usar y gratuita. Los únicos recursos que necesitas son tu cuerpo, tu cara y ganas de hacerlo.
Necesitas tus 15 músculos faciales que se convierten en sonrisa y 400 abdominales que te ayudan a partirte de risa.
Si eres de las que no sonríen te estás perdiendo…
- Fortalecer tu corazón, mejorar la respiración y tu tensión.
- Optimizar tu sistema inmune.
- Disminuir tu ansiedad, miedo, tus pensamientos recurrentes, …
- Sentirte inundadas de endorfinas (tu analgésico natural)
- Reducir el cortisol = estrés.
- Mejorar tus relaciones incluida la que tienes contigo misma. ¿Quién se resiste a responder de forma positiva a alguien que te sonríe?
¿No sería bueno irte a la cama todos los días con agujetas en la cara y en la tripa de tanto reírte?
¿Poner una sonrisa en la cara cuando se acerca una tormenta, cuando no estás al 100% o cuando «tienes que aguantar a… »?
¿No te suena todo esto a BIENCUIDARTE? A mí sí.
¿Te lo mereces? Por supuesto.
¿Cómo utilizar esa sonrisa para solucionar un mal día?
Hay un truco que he experimentado durante los años como profesora de adolescentes y jóvenes, y si te digo la verdad también en reuniones de padres, cuando la situación era complicada o los ánimos se encontraban algo alterados.
Cogía mi lápiz, me volvía de espaldas, me daba la vuelta y aparecía con él en mi boca. La sonrisa salí sola, mi cerebro la reconocía y ponía en funcionamiento todo el mecanismo.
No fallaba en el 99% de los casos. El otro 1% se quedaba con la sonrisa contenida.
Sonreír es contagioso y el clima que se crea es más positivo, agradable y relajado.
Dicho todo esto, lo que te queda es entrenar y entretanto coger tu lápiz y ver qué pasa.
